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Encuentro

Ningún buen trabajo en las ultimas semanas, ningún buen blanco que represente un aporte o algún tipo de diversión, un par semanas bastante deprimentes.
La mayor parte del tiempo la pasaba en algún bar de mala muerte,  bares donde las clases mas bajas de personas solían reunirse, prostitutas, narcotraficantes, mafiosos, asesinos, sádicos.

Todo un espectáculo.

El alcohol nunca era un problema, toda clase de bebida era buena  para mantenerme ocupado, alcohol de la mas ínfima calidad, capaz de dejar ciego a cualquiera.

Todo parecía seguir su curso, el camino conocido, hasta hoy.

El día de hoy era diferente, distinto, algo palpable.
Casi podrías tocarlo en el aire.
El día de hoy seria distinto.
Y a partir de hoy siempre lo seria.

Entro sola a este lugar de mala muerte.

Llevaba puesta una capucha, el gorro cubría por completo su rostro y la capa rosaba el suelo, cubriendo por completo sus pies, pero al parecer no tenia problemas al caminar así, no tropezaba ni dudaba a cada paso.

Se trataba de una niña, lo sabia, aunque su rostro y su cuerpo estuvieran cubiertos, a pesar de su altura, sabia que se trataba de una niña, una niña asustada, escapando.

Aunque no con mucha suerte.
Y ella lo sabía.

Entro calmadamente, al parecer nadie se percato de su presencia, nadie noto a la pequeña cubierta en una capa, se acercó a la esquina menos iluminada y se acurruco ahí, esperando que nadie la encontrara.

No seria así.

Tres hombres entraron solo unos segundos después, hombres fuertes, musculosos, claramente matones.

Sabían justamente a donde dirigirse, sabían exactamente donde estaba lo que habían venido a buscar, sabían que nadie se les opondría; en eso se equivocaron.

No representarían muchos problemas, no contra mí, me servirían de entretenimiento, una forma de pasar un buen momento y sin ningún remordimiento, yo sabía la clase de personas que eran, las cosas que habían hecho.

Se dirigieron hacia el rincón donde se encontraba la niña, uno de esos sucios y violentos animales estiro su brazo para atrapar a la niña, tomarla de sus pequeñas manos y jalarla con violencia hacia él; pero lo único que encontró fueron las mías, mis manos, frías y violentas.

Le rompí la mano, el sonido de sus huesos quebrándose fue épico, todos los presentes en el bar dejaron de hacer lo que los ocupaba, todos miraron a aquel pobre tipo tirado en el suelo, llorando de dolor, llorando como un niño pequeño.

Sus dos amigos estaban perplejos.

No tomarían riesgos, ambos desenfundaron sus armas de fuego rápidamente, preparados para disparar, pero también cuidadosos de no dañar a la niña.

No tenían ninguna oportunidad.

Desarme al de la izquierda, dispare a las rodillas del imbécil de la derecha, callo al suelo chillando como un cerdo, dispare a sus manos para asegurarme de que no usaría su arma, el tipo al que desarme se congelo, no son muy duros cuando encuentran a alguien mejor, me miro, el miedo escapaba de su cuerpo en forma de fluidos amarillentos y olorosos.

Desagradable.

Le dispare en la cabeza.

Y el fluido rojo broto.

Le deje una buena cantidad al dueño del lugar, se desharían de la suciedad y comprarían una nueva tv, la vieja apestaba.

Nada de esto era nuevo en estos lugares.
Nada de esto era nuevo en este mundo.

Salí por la puerta trasera, ahí me esperaba ella y hubiera sido descortés no ir.

Era demasiado alta para su edad, casi llegaba a mi barbilla, y era delgada, no al grado de la desnutrición, pero si demasiado delgada.

      Gracias por salvarme, te estoy agradecida.

Su voz era delgada, casi un susurro, demasiado infantil, demasiado débil.

      No lo hice por ti, esos bastardos solo sirvieron para divertirme.

Y así era, no me motivo ningún sentimiento de heroísmo, solo un avanzado estado de aburrimiento.

      Aun así, te agradezco, tú me salvaste la vida, así que estoy en deuda contigo.

Llevo sus manos al gorro de la capa y lo deslizo lentamente, dejando escapar mechones de cabello, rosando sus mejillas y su cuello, dejando poco a poco descubierto su rostro.

El rostro de una niña.

Los ojos de una mujer.

Se acercó lentamente, estiro sus manos y las coloco en mi rostro, sus labios lentamente rosaron los míos, yo estaba de rodillas, postrado frente a ella, sin siquiera darme cuenta de cuando lo hice, sin tratar de evitar el beso de esa niña, solo dejándome guiar.

     ¡Basta!

Ahora todo estaba claro.

Esta noche toda cambiaria.
Esta noche mi etapa de aburrimiento llego a su fin.

Todo gracias a una niña.

Todo lo que mis labios pudieron pronunciar fue esto:

      Debemos irnos, debemos platicar con calma.






 -MARIUS VON CHESHIRE





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