10 dias

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Necesitaba saber la hora, el reloj de pared estaba frente a mi, pero nunca e sabido leerlo, tengo 16 años y medio pero nunca e podido leer el maldito reloj de pared, mi celular estaba en el escritorio de mi habitación, junto a mi laptop, y yo me encontraba acostada en el sillón de la sala, diablos, no había de otra.

Subí al segundo piso y encendí la computadora, mientras encendía mire el celular y el reloj digital marcaba las 4:30 de la tarde, en números gigantes y brillantes, justo lo necesario para una ignorante del tiempo como yo.

¿4:30?

Helena me prometió estar aquí a las 3:00 de la tarde, pero por lo visto su costumbre de siempre llegar tarde se está volviendo más severa; según sus mensajes de texto, tenía algo muy importante que contarme el día de hoy, una sorpresa al parecer.

Conociéndola me contara que tiene algún novio nuevo o sobre el  nuevo disco de acetato que consiguió en alguna tienda de segunda mano por una oferta.
Lo único que sabia con certeza es que me encontraba totalmente aburrida y necesito un largo paseo por el parque.

Después de unos minutos de navegar por todas mis redes sociales y no encontrar nada de interés apagar la computadora, bajar por un refresco al refrigerador y un paquete de frituras de la alacena y salir a esperar a Helena al jardín.

Me coloque la bolsa de frituras entre los dientes para poder abrir la puerta, al abrirla me encontré cara a cara con Helena, sin aliento y con dificultad para respirar me sonrió, su sonrisa parecida decir “lo siento, llego tarde”.

Le ofrecí mi refresco, y cerré la puesta tras de mí, no me apetecía volver a entrar por otro refresco, no estaba tan sedienta después de todo.
Helena por el  contrario se bebió toda la botella de una sola sentada, no parecía molestarle el hecho que estuviera helado o las burbujas de la bebida, me sorprendió verla beberse hasta la ultima gota sin respirar.

Camine hacia el pasto y me senté sobre el, no tenía un árbol al cual recargarme, para mi buena suerte no hacía mucho sol,Helena se sentó a mi lado lentamente, dejando sobre el pasto su sombrero de bruja que tanto me gustaba.
Un gran, negro y viejo sombrero de bruja.

Helena se recostó sobre el pasto y colocó sus manos sobre su cabeza, de forma que le brindaran un poco de comodidad, su mirada quedó fija en las nubes, Helena no había dicho una sola palabra desde que llegó.

En ocasiones como esta, cuando Helena se quedaba callada y no decía una sola palabra,ofrecería cualquier cosa por saber que pasaba dentro de su cabeza, a pesar de ser su mejor amiga, de conocerla desde que eramos niñas, una parte de ella siempre estaba fuera de mi alcance.

Decidí romper el silencio y preguntarle directamente que era la gran sorpresa que tenía guardada, si no la interrumpía, ella seguirá concentrada en las nubes.

Helena volteo a verme, en su mirada pude notar algo que muy pocas veces había visto en ella.

Miedo.

Las palabras que salieron de su boca parecieron un suspiro, pronunciadas por otras voz que no le pertenecía a Helena.

“Voy a mudarme”

Pensé que era una broma, que de un momento a otro Helena rompería en una carcajada y me diría que era eso, solo una tonta broma.

Pero no fue así, 3 palabras fueron suficientes para dejarme con la mente en blanco, esperando un salvavidas que me ayudara a regresar a la realidad, 3 palabras que al parecer no le costaron ningún esfuerzo a Helena pronunciar.

Pero se que no era así, lo veía en su mirada.

¿Mudarse?
¿A donde?
¿Cuando?
¿Porque?

Todas mis preguntas fueron contestadas por la suave voz de Helena.
No saldrán del país, se mudarían a otro estado debido a que su padre consiguió un mejor trabajo del que tenía aquí.
Todo un cliché.

Todas y cada una de sus respuestas provocaba un pequeño salto en mi pecho, estaba ocurriendo algo que ni siquiera pensé que era posible.
Perdería a mi mejor y única amiga.

Se que exageraba, el mudarse en esta época no era señal de no volvernos a ver, podría chatear con ella a diario, videollamadas y tal vez visitarla una o dos veces al año; todos esos hechos no importaban ahora, lo único que me venía a la mente era que no tendríamos más salidas al centro comercial, no más pijamadas, no más cine, ni chismes, ni chicos.

Todo eso se acabo.

Helena se mudaría en 10 días, solo tenía 10 días más para estar juntas y quizás menos, ya que tendría que ayudar a sus padres con la mudanza.

Al terminar de contarme todo ambas permanecimos acostadas en el pasto, con la mirada fija en el cielo, sin decir una sola palabra, hasta que Helena rompió el silencio.

“Esa nube parece un pato”

Por un momento no entendí de qué hablaba, gire mi cabeza y la vi sonreír, un sonrisa inocente y pura, no como la mía, que era burlona y forzada.

“Claro que no, esa nube parece una rana”

Le dije lo primero que me vino a la mente, después de un momento de silencio ambas comenzamos  reír, carcajadas sin miramientos.

Quedan solo 10 días para que Helena se mudara.

10 días.



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