deuda de sangre-Capitulo 5: bailando con el diablo.

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-      ¿Y exactamente por qué me ayudarías al llevarme con Samuel?

Esta vez Hethel no dudo un segundo en contestar.

-      ¿Por qué? Bueno, espero que ese bastardo acabe contigo de una vez por todas, lamento insultarte, pero tú realmente eres un dolor en el trasero.

Su sonrisa nihilista me erizaba la piel, siempre lo odie por su sonrisa, más que por su actitud o su odio palpable hacia mi persona.
Su maldita sonrisa.

La noche era clara, la luna brindaba una buena iluminación al lugar, aunque para los ojos de cualquier humano ver la sonrisa de Hethel seria algo muy difícil, pero gracias a mi sangre los muchachos también podían apreciarla.

-      Si tanto deseas mi destrucción ¿Por qué no haces algo tu mismo?

Al escuchar estas palabras la sonrisa de Hethel desapareció de su rostro, dejando solo una monstruosa mueca de odio.

-      ¡Maldita perra! te destruiría en un segundo si lo quisiera, pero eso no me corresponde, él me dijo….

No termino la frase, se trago sus palabras con esfuerzo, esto me intrigo.

-      ¿El? ¿Te refieres a Samuel?

-      Pufff.

Eso fue todo lo que obtuve por respuesta, una mueca de indiferencia, ahora el me tenia en desventaja, sabia mas de lo que yo esperaba.

-      Cambiando de tema, ¿Por qué andas paseando con este grupito de humanos? ¿Esperas que ellos te ayuden  en contra de Samuel? Si es así, eso es un gran y estúpido plan.

Hethel trataba de desviar mi atención del tema principal, que era lo que Samuel le había dicho, por que no se atrevía a hacerme daño y si tenía razón en ese punto, Hethel seguía trabajando para Samuel.

-      Ellos son solo alimento, los mantengo cerca por cualquier inconveniente, no me gusta alimentarme de cualquier porquería que encuentre en el camino.
Los chicos sabían muy bien de lo que hablaba, no mostraron ningún cambio visible, ellos seguirían mi teatro al pie de la letra.

-      O vaya, ahora eres hasta exigente con la comida.

¡Bastardo! no pude prever su movimiento.
En un abrir y cerrar de ojos se coloco detrás de Rómulo, coloco su brazo alrededor del cuello de Rómulo, cualquier movimiento brusco y lo rompería como a una vara seca.
¡Bastardo!

-      Bien, si solo son comida para ti, no te molestara compartirla conmigo, después de todo, te llevare hasta donde se encuentra Samuel, debes pagarme el favor de esta forma.

Su maldita sonrisa.

-      Lo siento, pero esa es mi comida, no me gusta compartirla, tendrás que buscar tu propia comida; además, ya no me interesa que me lleves con Samuel.

-      Oh, ya veo.

Los chicos no sabia que hacer, estaban en total desventaja contra Hethel, ni siquiera lo vieron moverse, para ellos solo apareció detrás de Rómulo en un segundo; nos tenia agarrados de las bolas.

Ya no había marcha atrás, fue un error traer a los muchachos conmigo.

Ahora todo se desarrollaría tan rápido.

Hethel arrojo a Rómulo contra unas rocas, a la velocidad que iba, moriría, mi sangre no lo salvaría de esa colisión, debía ser rápida para lograr salvarlo.

Mis pies casi ni tocaron el suelo, parecía desplazarme por el aire, moviéndome a una increíble velocidad.

Pero logre mi cometido, logre parar el cuerpo de Rómulo, lo salve de la colisión que lo guiaría a una muerte segura.

Pero me olvide por completo de Hethel.

Pero él no se olvido de mí.

Y Jin lo pago.

Hethel desgarro su cuello de una sola mordida, más no bebió su sangre, lo dejo tirado en el piso, desangrándose, muriendo lentamente.
Marlon yacía en el suelo, no pude ver lo que le sucedía, Hethel no me lo permitió.

Lo único que vi fue su maldita sonrisa.

Su mano atravesó mi estomago, sus largas y afiladas uñas desgarraron mi piel hasta atravesar mi cuerpo.

El bastardo nos jodio a todos en unos cuantos segundos.

Giro su mano dentro de mi vientre, asegurándose de provocar el mayor daño posible.
 Después la saco lentamente.



La llevo a sus labios, lambio todo su brazo como un perro hambriento disfruta un hueso fresco.

Sus últimas palabras fueron estas.


-      ¡Estúpida perra! no te matare, pero solo porque Samuel me lo prohibió, el muy bastardo te quiere para el, siempre fuiste su preferida y siempre lo serás.


Me pateo con una fuerza bestial, caí sobre mi espalda y solo pude ver oscuridad.
No había estrellas el día de hoy.

Solo obscuridad.



 -MARIUS VON CHESHIRE



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