dia de muertos-cap-13-sin piedad

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Día ¿?.



No sé cuantos días llevo inconsciente.

No sé a qué lugar me trajo ese maldito desgraciado.

Héctor

Debí haberlo sabido.

Ese desgraciado, debí matarlo cuando tuve la oportunidad.

El bastardo me golpeo por la espalda, me mantuvo drogada por no sé cuantos días, y ahora que desperté, lo único que hizo fue traerme el diario y advertirme que si trataba de huir me dispararía.

Me encadeno de las piernas a un árbol, dejo libres mis manos, pero aun así no podía hacer mucho para liberarme.

Bastardo.

Todo esto fue su culpa.

El me conto todo lo que hizo, no solo con nosotros, si no lo que lleva haciendo durante algún tiempo.

El dejo entrar a los zombies que acabaron con la vida de Matías y Ernest.

El fue el maldito que infecto a ese oso y lo atrajo a nuestro campamento hace apenas unas noches.

Su estado mental lo hacía creer que debía acabar con todos aquellos que no murieron a manos de los infectados.

El muy bastardo era un cura antes de que todo esto comenzara, su estúpida religión le hiso creer que todo esto era el juicio de dios.

El muy estúpido cree que hace el trabajo de dios al matar a cualquier sobreviviente.

Dando sermones acerca de como nosotros mismos nos buscamos este castigo divino, de como la carne de nuestros amigos y seres amados pagaba los pecados cometidos.

Matare al bastardo en cuanto tenga oportunidad.

…………………………

Escuche sus gritos.

 Samantha.

Lloraba, gritaba maldiciones, reía histéricamente.
Tardaron un poco en entra en mi rango de visión.

Héctor venía arrastrando a Samantha.

Sin ninguna consideración, ella se venía golpeada, tenía la cara llena de moretones y cortadas.

Eso claramente no fue hecho por los zombies.

Trate de liberarme, forceje y le grite a Héctor.

No podía ver que hacía con Samantha, pero ella gritaba cada vez más fuerte, aunque no parecía que la golpeara, algo más hacia con ella.

Y de pronto los gritos de Samantha cesaron.

Héctor vino por mí, removió las cadenas que me ataban y al ver que ofrecía resistencia me golpeo varias veces, en el estomago y en el rostro, me golpeo hasta que se aseguro que no molestaría mas.

Estaba dócil ahora.

Me arrastro hacia donde había llevado a Samantha, tal vez había matado a Samantha a golpes, ahora era mi turno, después de todo el que acabaría con mi vida sería un inmundo humano, no un infectado.

Pero su maldad era mayor de lo que creía.

Había un foso, un foso muy profundo, dentro de él se veía la figura de Samantha, arrojada dentro de ese agujero sin consideración, una caída de al menos  3 metros.

Me dejo tendida en el suelo, el dolor en todo mi cuerpo minaba mis energías, mis piernas perdieron movilidad después de permanecer encadenadas.

No estaba preparada para lo que seguía.

Héctor volvía, en su mano tenía un par de cadenas, venía arrastrando algo pesado, no podía ver lo que era.

Los escuche antes de verlo.

Dos infectados.

Sin fuerza, sin poder, el terror me invadía nuevamente, sabía que Samantha no estaba muerta, podía oír sus gemidos en el fondo del foso, estaba herida, tal vez se rompió un hueso por la caída, pero ella aun estaba viva.

Héctor no lo dudo ni un instante, arrojo a los dos infectados al foso, los arrojo al mismo lugar donde se encontraba Samantha.

No podía resistirlo.

Sus gritos.

Dios.

Héctor me tomo del cuello, me levanto y me obligo a mirar, susurraba maldiciones en contra de los impuros, en contra de todos aquellos que no obedecían las leyes de su señor.

Samantha moría destrozada por esas horribles creaturas.

Y ese parecía ser mi destino próximo.


-Casandra Pleasance Liddell





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